En el encuentro zonal de misioneros del año pasado el grupo de Pampa del Indio compartió con todos una Reflexión muy linda a partir de este tan tradicional compañero de nuestra gente, y sobre todo del misionero .... El Mate...
Navegando por la red la encontré en la página de los misioneros de la consolata (http://www.consolata.org.ar/) y ahora la cargo al blog . Al final se puede bajar en formato word.
EL SIMBOLO DEL MATE
El MATE ha sido un símbolo cargado de significado para la vida misionera.
El mate es para la vida de nuestro pueblo, un signo de fraternidad. Para prepararlo y compartirlo, no se necesita ser de una determinada clase social, tener un cierto apellido, o tal color de piel, sino un corazón abierto y generoso. Podemos encontrarlo en tantos lugares donde se celebre la vida...
También para nuestra reflexión misionera, el mate puede ayudarnos:
El MATE ha sido un símbolo cargado de significado para la vida misionera.
El mate es para la vida de nuestro pueblo, un signo de fraternidad. Para prepararlo y compartirlo, no se necesita ser de una determinada clase social, tener un cierto apellido, o tal color de piel, sino un corazón abierto y generoso. Podemos encontrarlo en tantos lugares donde se celebre la vida...
También para nuestra reflexión misionera, el mate puede ayudarnos:
Nuestra Comunidad Misionera es como la pava: ella tiene la capacidad de acogida. Está siempre abierta a la novedad del Dios y de la vida que se hace Palabra en la historia.
La Palabra de Dios es como el agua: ella es recibida con el corazón abierto por la Comunidad, que la calienta con el fuego de los dones personales de cada uno de sus integrantes, puestos en común, dones que estamos invitados a entregar para que arda con fuerza en el leño de la Vida.
La yerba es la realidad, es decir, la vida de la gente a la que le entregamos el agua clara de la Palabra que anima el caminar esperanzado de nuestro pueblo.
El mate es nuestra tarea misionera. En él se mezclan la Palabra y la realidad, acompañadas muchas veces por el azúcar que representa la alegría de compartir Fe y Vida.
Creemos entonces, que nuestra tarea misionera es como preparar y cebar un buen mate, que en su preparación necesita fundamentalmente de la yerba (realidad de nuestro pueblo), del agua clara (la Palabra de Dios), calentada en la pava (nuestra Comunidad), con el fuego que cada miembro hace crecer con sus dones personales.
· La pava-comunidad misionera debe ser la primera en recibir el agua-Palabra y dejarse llenar por ella. Si no se ha llenado de la Palabra, no podrá hacer ninguna tarea evangelizadora porque no tendrá qué entregar.
· Por otra parte, la pava-comunidad no puede servir el agua-Palabra en frío. Debe primero "calentarla" en su interior, hacerla Vida en su vida y recién entonces podrá darla a los demás.
· Para cebar un buen mate (realizar nuestra tarea evangelizadora), debemos conocer bien qué yerba vamos a utilizar (conocer bien la realidad de la comunidad a la que vamos a evangelizar). No es cuestión de simplemente colocar la yerba en el mate y echarle el agua encima. Cada tipo de yerba necesita una preparación previa, echarle el agua de una determinada manera, colocarle azúcar o algún yuyito... De la misma manera, el misionero debe conocer primero muy bien a los destinatarios de su labor evangelizadora, su realidad, su situación, sus inquietudes y necesidades, etc., para que la evangelización pueda ser efectiva.
· Recién entonces se puede comenzar a cebar el mate. Así como el agua impregna la yerba, transformándola, cambiando su consistencia y tomando el sabor de la yerba, así la Palabra se encarna en la realidad de los evangelizados, transformándola desde adentro, y enriqueciéndose a su vez con los elementos propios de la cultura.
El mate, resultado de este proceso evangelizador, es una realidad renovada y sabrosa, donde la yerba y el agua ya no son las mismas, sino que ambas se han transformado y enriquecido mutuamente y está listo para ser saboreado...
La Palabra de Dios es como el agua: ella es recibida con el corazón abierto por la Comunidad, que la calienta con el fuego de los dones personales de cada uno de sus integrantes, puestos en común, dones que estamos invitados a entregar para que arda con fuerza en el leño de la Vida.
La yerba es la realidad, es decir, la vida de la gente a la que le entregamos el agua clara de la Palabra que anima el caminar esperanzado de nuestro pueblo.
El mate es nuestra tarea misionera. En él se mezclan la Palabra y la realidad, acompañadas muchas veces por el azúcar que representa la alegría de compartir Fe y Vida.
Creemos entonces, que nuestra tarea misionera es como preparar y cebar un buen mate, que en su preparación necesita fundamentalmente de la yerba (realidad de nuestro pueblo), del agua clara (la Palabra de Dios), calentada en la pava (nuestra Comunidad), con el fuego que cada miembro hace crecer con sus dones personales.
· La pava-comunidad misionera debe ser la primera en recibir el agua-Palabra y dejarse llenar por ella. Si no se ha llenado de la Palabra, no podrá hacer ninguna tarea evangelizadora porque no tendrá qué entregar.
· Por otra parte, la pava-comunidad no puede servir el agua-Palabra en frío. Debe primero "calentarla" en su interior, hacerla Vida en su vida y recién entonces podrá darla a los demás.
· Para cebar un buen mate (realizar nuestra tarea evangelizadora), debemos conocer bien qué yerba vamos a utilizar (conocer bien la realidad de la comunidad a la que vamos a evangelizar). No es cuestión de simplemente colocar la yerba en el mate y echarle el agua encima. Cada tipo de yerba necesita una preparación previa, echarle el agua de una determinada manera, colocarle azúcar o algún yuyito... De la misma manera, el misionero debe conocer primero muy bien a los destinatarios de su labor evangelizadora, su realidad, su situación, sus inquietudes y necesidades, etc., para que la evangelización pueda ser efectiva.
· Recién entonces se puede comenzar a cebar el mate. Así como el agua impregna la yerba, transformándola, cambiando su consistencia y tomando el sabor de la yerba, así la Palabra se encarna en la realidad de los evangelizados, transformándola desde adentro, y enriqueciéndose a su vez con los elementos propios de la cultura.
El mate, resultado de este proceso evangelizador, es una realidad renovada y sabrosa, donde la yerba y el agua ya no son las mismas, sino que ambas se han transformado y enriquecido mutuamente y está listo para ser saboreado...
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