La liturgia del Domingo 20 del Tiempo Ordinario repite el tema de los últimos Domingos: Dios quiere ofrecer a los hombres, en todos los momentos de su caminar por la tierra, el “pan” de vida plena y definitiva. Naturalmente, los hombres tienen que hacer su elección y acoger ese don.
En el Evangelio, Jesús reafirma que el objetivo final de su misión, es dar a los hombres el “pan de vida”. Para recibir esa vida, los discípulos están invitados a “comer la carne” y a “beber la sangre” de Jesús, esto es, a unirse a su persona, a asimilar su proyecto, a interiorizar su propuesta.
La Eucaristía cristiana (el “comer la carne” y “beber la sangre” de Jesús) es un momento privilegiado de encuentro con esa vida que Jesús vino a ofrecer.
La primera lectura nos ofrece una parábola sobre un banquete preparado por la “señora sabiduría” para los “sencillos” y para los que quieren vencer la insensatez. Invitados a la apertura hacia los dones de Dios y a la disponibilidad para acoger la vida de Dios (el “pan de dios que baja del cielo”).
La segunda lectura nos recuerda a los cristianos su opción por Cristo (aquel Cristo que el Evangelio de hoy llama “el pan de Dios que bajó del cielo para la vida del mundo”). Invitados
a no adormecerse, a respetar continuamente sus opciones y sus compromisos, a no dejarse llevar por un camino de facilidad y de comodidad, para vivir con empeño y entusiasmo el seguimiento de Cristo, y a empeñarse en el testimonio de los valores en los que creen. DESCARGAR
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