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1 de diciembre de 2010

Salió el sembrador. Meditación bíblico-pastoral para tiempos de Misión

“SALIÓ EL SEMBRADOR A SEMBRAR…”
                                       (Por Primo Corbelli SCJ)
El sembrador sale; deja la casa, deja la parroquia, lo seguro, lo conocido y sale a sembrar. Su trabajo no consiste en cosechar sino en sembrar. Practica el “vayan” y no el “vengan”. Es hombre de esperanza y por eso interpela a los extraños y se aventura por caminos desconocidos. Su tarea no consiste en clasificar los diferentes tipos de terreno, en trazar el mapa de las posibilidades. Hay que poner a prueba todos los terrenos, correr el riesgo de sembrar la Palabra de Dios en todas partes.


Puede ser la visita a una familia, un encuentro en la calle, una reunión en la cooperativa o en la junta vecinal, en la cola del almacén, una demostración política, un fallecimiento, una enfermedad, un bautismo. Se trata sólo de caminar por la calle con los ojos y los oídos atentos aprovechando las ocasiones, cultivando las amistades, descubriendo el dolor escondido y siendo disponibles. Para los que no son pastores, todas las ovejas parecen idénticas; el buen pastor por el contrario las identifica, las conoce una por una y las visita. Tampoco el misionero puede decir: “No puedo, “No tengo tiempo”, “No soy capaz”; porque es enviado por Jesús, que le asegura su cercanía (Mt 28,20). Jesús comía en las casas de la gente, recorría los barrios y se hacía encontrar por todos. Su actividad está hecha de constantes interrupciones; y no aparenta tener prisa. Es un trabajo, el de la evangelización, que hoy en día no hay que achacarle solo al cura. A este ya la gente no sabe cómo encontrarlo en la parroquia, porque los compromisos lo superan.

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