La liturgia del Domingo 28 del Tiempo ordinario nos invita a reflexionar sobre las elecciones que
hacemos; nos recuerda que no siempre lo que reluce es oro y que es necesario, a veces, renunciar a ciertos valores perecederos, a fin de adquirir los valores de la vida verdadera y eterna.
En la primera lectura, un “sabio” de Israel nos presenta un “himno a la sabiduría”. El texto nos invita a adquirir la verdadera “sabiduría” (que es un don de Dios) y a prescindir de los valores efímeros que no realizan al hombre. El verdadero “sabio” es aquel que elige escuchar las propuestas de Dios, aceptar sus desafíos, seguir los caminos que él indica.
El Evangelio nos presenta a un hombre que quiere conocer el camino para alcanzar la vida eterna. Jesús le invita a renunciar a sus riquezas y a elegir el “camino del Reino”, camino de compartir, de solidaridad, de donación, de amor. Es en ese camino, asegura Jesús a sus discípulos, donde el hombre se realiza plenamente y donde encuentra la vida eterna.
La segunda lectura nos invita a escuchar y a acoger la Palabra de Dios propuesta por Jesús. Ella es viva, eficaz, actuante. Una vez acogida en el corazón del hombre, lo transforma, lo renueva, le ayuda a discernir entre el bien y el mal y a realizar las opciones correctas, indicándole el camino seguro para llegar a la vida plena y definitiva.
hacemos; nos recuerda que no siempre lo que reluce es oro y que es necesario, a veces, renunciar a ciertos valores perecederos, a fin de adquirir los valores de la vida verdadera y eterna.
En la primera lectura, un “sabio” de Israel nos presenta un “himno a la sabiduría”. El texto nos invita a adquirir la verdadera “sabiduría” (que es un don de Dios) y a prescindir de los valores efímeros que no realizan al hombre. El verdadero “sabio” es aquel que elige escuchar las propuestas de Dios, aceptar sus desafíos, seguir los caminos que él indica.
El Evangelio nos presenta a un hombre que quiere conocer el camino para alcanzar la vida eterna. Jesús le invita a renunciar a sus riquezas y a elegir el “camino del Reino”, camino de compartir, de solidaridad, de donación, de amor. Es en ese camino, asegura Jesús a sus discípulos, donde el hombre se realiza plenamente y donde encuentra la vida eterna.
La segunda lectura nos invita a escuchar y a acoger la Palabra de Dios propuesta por Jesús. Ella es viva, eficaz, actuante. Una vez acogida en el corazón del hombre, lo transforma, lo renueva, le ayuda a discernir entre el bien y el mal y a realizar las opciones correctas, indicándole el camino seguro para llegar a la vida plena y definitiva.
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