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2 de octubre de 2009

Liturgia Dominical. 4 de Octubre

27º DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Las lecturas del Domingo 27 del Tiempo Ordinario presentan, como tema principal, el proyecto ideal de Dios para la mujer y para el hombre: formar una comunidad de amor,
estable e indisoluble, que les ayude mutuamente a realizarse y a ser felices.

Ese amor, hecho donación y entrega, será para el mundo un reflejo del amor de Dios.

La primera lectura nos dice que Dios creó al hombre y a la mujer para que se complementen, para que se ayuden, para que se amen. Unidos por el amor, el hombre y la mujer serán “una sola carne”. Ser “una sola carne”, implica vivir en comunión total uno con otro, dándose uno al otro, compartiendo la vida el uno con el otro, unidos por un amor que es más fuerte que cualquier otro vínculo.

En el Evangelio Jesús, confrontado con la Ley judía del divorcio, reafirma el proyecto ideal de Dios para el hombre y para la mujer: ellos fueron llamados a formar una comunidad estable e indisoluble de amor, de compartir y de donación. La separación no está prevista en el proyecto ideal de Dios, pues Dios no considera un amor que no sea total y duradero. Sólo el amor eterno, expresado en un compromiso indisoluble, respeta el proyecto primordial de Dios para el hombre y para la mujer.

La segunda lectura nos recuerda la “calidad” del amor de Dios por los hombres. Dios amó de tal forma a los hombres, que envió al mundo a su Hijo único “en provecho de todos”. Jesús, el Hijo, se solidarizó con los hombres, compartió la debilidad de los hombres y, cumpliendo el proyecto del Padre, aceptó morir en la cruz para decir a los hombres que la vida verdadera está en el amor que se da hasta las últimas consecuencias. Ligando el texto de la Carta a los Hebreos con el tema principal de la liturgia de este Domingo, podemos decir que la pareja cristiana debe testimoniar, con su donación sin límites y con su entrega total, el amor de Dios por la humanidad.

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